PURA CEPA en el KONEX

lunes, 29 de septiembre de 2008

Crítica en Vea Mas

Pura cepa: imaginación y dinamismo

LAS VOCES DE LA DANZA

Por Rafael Granado/Revista Vea Mas

Protagonistas absolutas, las briosas coreografías de Ana Frenkel dibujan los múltiples estados de ánimo de hombres y mujeres a través, exclusivamente, de los cuerpos (sin desdeñar un esquema teatral). No hay palabras, y la mínima historia que se cuenta es apenas una suerte de ensoñación. Bailes impregnados de vitalidad, agresivos, de una enorme energía, a cargo de los quince integrantes de un grupo sin fisuras, dan como resultado una muestra de alta calidad.

En un espacio sin escenografía y con escasos elementos de utilería, las paredes de ladrillos al desnudo le otorgan un clima singular a un espectáculo en el que prevalece la fuerza del contenido, a través de un montaje de sugestivo despojamiento. Una mujer vestida de rojo, esperando con ansiedad la llegada de alguien, es el punto de partida de lo que vendrá enseguida, tal vez la escenificación de las sensaciones ó los sueños de ella.
Apelando de manera excluyente a la danza, la coreógrafa Ana Frenkel (una de las cinco personas que fundaron el prestigioso conjunto El Descueve) construyó una serie de cuadros que transmiten las distintas vivencias del ser humano, sin dejar de lado una atrayente estética teatral. Quince bailarines/actores despliegan un abanico que abarca el descontrol, juegos con espíritu deportivo, el acercamiento sentimental, frustraciones, además de algunas cuotas de alegría, de esperanza y de un humor zumbón, que no excluye trazos del grotesco.
Abundan los pasajes impactantes, pero en medio de tantos aciertos se destacan especialmente la pelea sin cuartel de dos muchachos; la atmósfera que genera la cadencia elegante del jazz; el momento en que las mujeres disputan la Copa Davis de un modo furioso; el encontronazo de cinco varones y una manzana que pareciera convertirse en un trofeo; todos bailando en un lugar con onda de boliche; cuatro adolescentes llevando en brazos a una joven a la que van pasando entre ellos como si fuera una pelota, con ajustados desplazamientos; la serenidad que proviene del “Ave María”, de Schubert; en contrapartida, una chica que boxea con extremada violencia…
Sumados el aporte colectivo del Grupo Compo y de Frenkel, los diferentes tramos trepan a un alto nivel de imaginación, en un nítido derroche de calidad (los números son independientes entre sí aunque, simultáneamente, están unidos por una línea argumental de armado anticonvencional). Los ritmos, que se suceden casi frenéticamente -el responsable de la selección es Andrés Menutti-, alternan rock, boleros, composiciones electrónicas, pop, temas en vivo con teclados, batería y guitarra, canciones románticas, el mencionado jazz, provocando una suerte de avalancha sonora que no da respiro, salvo en los contados minutos de suaves melodías.
Los bailes que responden a este tratamiento musical exhiben una energía inusual, con secuencias que desbordan agresividad, sensualidad, sexo insinuado sin por eso carecer de gestos excitantes. Los jóvenes integrantes del Grupo Compo revelan una disciplina, una compenetración con cada danza, un compromiso artístico y una destreza de movimientos totalmente admirables. Por su lado, el diseño de luces (de Ricardo Sica) apoya con eficaz combinación de colores los instantes más significativos.
En definitiva, la briosa concepción coreográfica de Ana Frenkel y su manejo de un estilo escénico muy personal, más la relevante y arrolladora labor del elenco, ubican a Pura cepa en un plano superior dentro de su género. Los cuerpos, los bailes y la música hablan con elocuencia, sin recurrir a las palabras. No es poco.
Rafael Granado